INTERIORIDAD
Vivimos en
una cultura abocada a la acción y a la producción, lo que nos ha conducido a
fijar la atención en el exterior.
Así que
cuando hablamos de la vida interior, ¿qué queremos decir?
Para muchas
personas, la vida interior consiste en lograr cierta tranquilidad interna,
aislarse de los problemas de su vida… o sea, para muchos, la vida interior es
como una técnica para conseguir un mayor equilibrio de su personalidad. Nada
más.
Para otros,
vida interior significa algo de índole religioso. Armonizarse con esa fuerza
superior (Dios, la Energía, el Uno…). Dirigirse a eso superior.
Para otras
personas, la interioridad aún tiene otro sentido: se trata de ver lo que ocurre
dentro, desenmarañar todos los nudos, condicionamientos, ideas, costumbres,
historias… y llegar a la identidad última, al fondo del ser. Más allá de todas
los programas mentales.
Se
descubren cosas muy interesantes cuando se realiza un trabajo interior, pero lo
fundamental es que todo lo que nos ocurre, todas las circunstancias y confusiones
de nuestra vida no son más que fruto de la confusión o contradicción que hay en
nuestro propio interior. La vertiente interior, o subjetiva, y la vertiente
exterior, u objetiva, son dos aspectos de la misma cosa. Así que en la medida
que en nuestro interior haya un foco luminoso, positivo, todo nuestro alrededor
se irá convirtiendo en algo positivo, en algo amoroso.
Y, ¿qué
necesitamos para eso? Sólo Humildad y Silencio.
Exterioridad
e interioridad son los dos planos de la condición humana, pues el ser humano es
capaz del doble movimiento, hacia los adentros y hacia el afuera.
La cultura
actual entraña una gran dificultad para vivir desde dentro, en reposo profundo.
Hay muchas
posibilidades de moverse, estímulos de todo tipo en una sociedad plural. Nuevas
técnicas y cantidades ingentes de
información… pero al mismo tiempo, cada vez hay más personas llenas de estrés,
dispersas; personas nerviosas que viven
fuera de sí, o personas evadidas y superficiales. O personas insatisfechas y
vacías con la boca siempre abierta para tragar o consumir cualquier cosa. Por
no hablar de la depresión, el mal de este siglo…Ruido y prisa, ese es el
escenario habitual.
Es
necesario vivir desde el fondo de nosotros, desde el silencio. Cada uno, según
su modo de ser y las circunstancias de su vida, debe encontrar la soledad que
necesita para tocar esa dimensión, ese fondo del alma, que es el fondo de todos
nosotros. El fondo de todas las cosas.
Y ¿cómo
hacer silencio dentro de nosotros?
Porque en el exterior no es muy difícil pero dentro…
encontramos una mente en conversación constante, que va de un pensamiento o
emoción al siguiente, que no para de moverse. Buscamos la paz, pero sin darnos
cuenta, entramos en un círculo interminable de deseos, follones…etc. que nos
alejan cada vez más de nuestro ansiado sosiego.
Os invito
ahora a llevar a cabo un pequeño ejercicio de centramiento:
Cierra los
ojos y presta atención a tu cuerpo. Acomódalo para poder permanecer quieto
durante un rato. Siente, no imagines, siente tu cuerpo. Siente su peso…siente
como ese peso descansa en el respaldo y el asiento que lo sostiene. Siente la
columna y las caderas. Siente las piernas, los pies. Siente el peso de tu
cabeza…desplázala lentamente hacia delante, hacia un lado, hacia el otro, y haz
todos los ajustes que quieras hasta que su peso repose naturalmente.
Siente la
musculatura del rostro…y aflójala…siente la musculatura del cuello y de la nuca
y aflójalas…siente ahora el pecho y ablanda toda esa coraza. Descuelga el peso
de los hombros. Déjate estar y permanecer quieto…
Presta
ahora atención a la respiración…observa su vaivén, que funciona por sí solo.
Con cada espiración deja que salga toda la tensión y contrae tu vientre para
que salga toda. Luego deja que la inspiración sea libre, amplía desde abajo,
desde más abajo del ombligo, en lo profundo. Que se expanda todo, el vientre,
el pecho, los costados, las clavículas…Siente esta marea, este movimiento de la
vida, siente que no es preciso hacer nada para ser, siente la simple sensación
de ser…
Toda la
atención mental en esta sensación de la respiración. Cabeza, corazón y cuerpo
unidos. El ser respirando…quieto, sosegado…y silencioso…en este inmenso espacio
en el que todo emerge…las sensaciones corporales, las emociones, los
pensamientos… déjalos pasar…y sin reaccionar a ellos, acaban
desapareciendo…como las nubes que pasan por el cielo.
Aquí
estás…sin hacer nada…sin esfuerzo, nada que ser…silenciosamente presente…Aquí y
ahora…en la Presencia que todo lo impregna…Ya estás en tu sitio…El Silencio
hecho Presencia. El Silencio, de donde surge todo (o acaso existiría la música
sin el silencio? )
Tan fácil como
que todos los días dedicáramos quince minutos a sentir el Silencio. Tan fácil
como prestar atención profunda a todo lo que nos pasa dentro. Sin juicios, con
amor y con infinita paciencia. Tan fácil como respirar.
Dra.
Mercedes Nasarre Ramón
Psiquiatra
y Terapeuta
Se permite la reproducción de este artículo indicando la procedencia:
unpsiquiatraseponearezar.es
Mercedes Nasarre Ramón
Editorial Pirineo
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Me ha gustado mucho el libro.
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