R
E L A
C I O
N E S
¿Cómo está tu disposición para encarar los asuntos
pendientes? ¿Prefieres desentenderte de los problemas?
Es evidente que todos estamos
tentados de soslayar los conflictos y escapar de las dificultades. Pero también es cierto que huir de los
problemas y no asumir las responsabilidades puede generar un horizonte muy
estrecho.
En las relaciones con los otros
se ponen en marcha nuestras potencialidades y nuestras dificultades, es más,
sólo así se activan los problemas que existen dentro de nuestro psiquismo. Por eso, muchas personas huyen de la
interacción profunda, con el fin, inconsciente, de mantener la fantasía de que
los problemas son provocados por otras personas.
Las relaciones son simultáneamente una
realización y una medida del estado interno.
Los conflictos que surgen en la interacción pueden ser un gran
instrumento para el auto-conocimiento y la sanación.
Si se sacrifica el contacto íntimo, muchos problemas internos no saldrán
a la luz y el desarrollo pleno humano no se llevará a cabo.
Paralelamente, las relaciones se
sostienen, a largo plazo, solamente con base en la honestidad y la
interioridad. Sin una confrontación con
uno mismo, no es posible darse cuenta de que la responsabilidad la tenemos
todos. La defensa de deshacerse
continuamente de la culpa sólo elimina la posibilidad de llegar al núcleo de
los conflictos.
El juego de culpar a los otros es
algo tan común que ni siquiera nos damos cuenta de ello. Un grupo culpa a otro grupo, un país a otro,
una persona a otra persona…
Este “lanzamiento de culpas” que
arroja agresión y miedo genera “veneno” en la misma medida que lo
proyecta. A veces, el otro se convierte
en víctima silenciosa, sobre todo si tiene también problemas o conflictos sin
resolver. La victimización puede ser tan
sutil que sólo con ayuda externa se puede tomar conciencia de ello.
Una relación buena siempre está
profundamente conectada con el desarrollo individual. En el momento en que se
siente que una relación es contraria o irrelevante para el propio crecimiento
personal, inevitablemente, esa relación se resentirá.
El crecimiento humano es una
realidad espiritual y siempre que haya fricciones en nuestras relaciones,
significa que hay algo que debe ser atendido.
¿Te escuchas a ti mismo? ¿Confías en lo que sientes
profundamente? ¿Cierras los ojos a la
responsabilidad de tu propia vida?
¿Tomas la iniciativa y pones orden y luz en tus relaciones, sabiendo que
todos tenemos el mismo derecho a la felicidad?
La autonomía personal no sólo
debe ser compatible con tener vínculos, si no que se basa en ellos; de nada
sirve esa habilidad para relacionarse superficialmente tan común en nuestros
días. Las buenas relaciones van de la
mano del cultivo de la propia interioridad.
Mercedes Nasarre Ramón.
Psiquiatra