D Í A S D E P
A S C U A
Estos días
los cristianos celebran la Pascua de Resurrección. ¿Qué puede significar realmente este
concepto? ¿Cómo podemos comprender este
pensamiento que es la esencia del origen del cristianismo?
Con demasiada
frecuencia tendemos a invalidar lo que nosotros no hemos experimentado. Los
prejuicios forman parte de nuestra vida habitual, por más abiertos o razonables
que nos creamos.
Las palabras
que trascribo a continuación son del psiquiatra C. G. Jung:
“La
experiencia religiosa es absoluta. No se
presta a discusiones. Lo único que se
puede decir es que nunca se ha tenido tal experiencia; la otra persona dirá:
“Lo siento pero ya sí la tuve”. Y con
esto terminará la discusión. No importa
lo que el mundo piense sobre la experiencia religiosa; quien la ha hecho posee
el gran tesoro de algo que para él se convirtió en fuente de vida, sentido y
belleza, dando un esplendor nuevo al mundo y a la humanidad”
En mi práctica
profesional observo que dichas experiencias espirituales facilitan una
orientación en el desorden interior, reintegran partes separadas de la
consciencia y abren a una potencia que está en el centro de la persona. No es una comprensión intelectual, es la emergencia de algo
latente que puede manifestarse de muy diferentes maneras. El denominador común es la apertura del
corazón. (Nombro la palabra corazón para
expresar ese lugar todavía no objetivado, que es la sede del amor).
Tenemos
múltiples capas. Existen necesidades
físicas, emociones, intelectuales y espirituales. Estas últimas no tienen otro objeto que
trascender el ego. En algunas personas
no se han despertado las necesidades superiores, aunque es cierto que el
entorno puede estimular o anular dichas necesidades. Lo espiritual es un salto a una nueva
consciencia. Podríamos decir que “lo
divino” está dentro de nosotros y las imágenes en las que se manifiesta pueden
tener tanta fuerza que logran transformar una vida.
Para entender la Pascua hay que
vivirla. Y vivirla es tener capacidad
para el silencio y la contemplación. Es
ir más allá de la pereza y la indiferencia y no cerrar los ojos al dolor y a la
oscuridad de la vida.
La
resurrección para los cristianos es la experiencia de Aquel que sigue
vivo. Es la vivencia, que no creencia,
de que esta vida no lo es todo y que en nuestro ser más hondo, más allá de
nuestro cuerpo y de nuestra historia, somos vida eterna que no muere, sólo se
transforma. Esta confianza no es un acto
de ingenuidad, en realidad , si nos paramos a pensar, todo es continuamente un
proceso de trasformación.
Mercedes
Nasarre Ramón.
Psiquiátra.
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