Hace unos meses aparecía publicada una tímida reseña de dos párrafos en un par de medios aragoneses. Un investigador aragonés lideraba un equipo de lucha contra el cáncer de laringe y por lo visto, sin entrar en tecnicismos que tampoco entiendo, habían hecho unos avances que podrían beneficiar a corto plazo el diagnóstico de los pacientes con ese tipo de enfermedad.
Pero nadie se hizo eco de ello. Estoy de acuerdo con que es un tema a tratar en las revistas de corte científico pues, por el vocabulario y la complejidad, no es para hacer un “informe semanal”, eso está claro. Pero ni siquiera Antena Aragón, Antena 3, La 1, en sus telediarios tienen hueco para un rayo de luz entre tanta basura. ¿Qué quieren que les diga? Yo me quedo frío pensando en ello.
Estamos hartos de oír por los medios de comunicación que la fuga de cerebros es un hecho comprobado y contrastado en nuestro país. Incluso yo mismo, si es que a lo mío se le puede llamar cerebro, probé suerte fuera.
El rey llama a un médico que está trabajando en Estados Unidos para que lo opere. Las grandes mentes científicas, formadas en nuestras universidades, se van a la mínima oportunidad porque aquí, por no haber, no hay dinero ni para invertir en la lucha contra el cáncer. Luego los premios “Príncipe de Asturias” se los damos a científicos extranjeros, y yo me pregunto:
Próximo libro de Miguel Gardeta
¿Seguimos pensando que lo de fuera es mejor que lo que tenemos en casa?
A la vista está que los prostíbulos siguen proliferando por las carreteras de toda España; que si los jóvenes deciden marchar del pueblo ya no se van a la capital sino a Londres; que si nos encontramos con un senegalés por la calle giramos la cara, pero ¡ojo!, no sea un norteamericano, que le dedicaremos una alabanza en forma de felación dialéctica.
Sinceramente pensaba que esto era cosa del pasado; de un pasado donde nos sentíamos a la cola de Europa, a la cola del mundo y cualquier cosa que venía de fuera nos parecía mejor concebida; mejor ideada; mejor manufacturada; más resistente; más confiable. ¿Marca España?, ¿qué es eso? En España construimos igual o mejor que en el resto de países; en España creamos ideas igual o mejores que en el resto del mundo; el submarino, la fregona, el chupa chups... todos inventos españoles. Y si nos ponemos a hablar de personalidades, cada uno en su campo, no terminamos hoy. Entonces, ¿qué ocurre?, ¿por qué despreciamos lo que tenemos?, ¿por qué no somos capaces de descubrir que en suelo patrio se hacen cosas de lo más interesantes?
Sin embargo, no duele ver que seguimos mirando la frontera como el chaval de la canción de Nino Bravo. No, lo que realmente duele es la frustración de encontrar gente realmente válida; gente que está haciendo su trabajo honradamente, y lo están haciendo bien; gente que, como decía Borges, están salvando el mundo y nosotros ni siquiera nos enteramos. Es cierto lo que decían del cuarto poder refiriéndose a los medios de comunicación; nunca lo he negado y no voy a empezar ahora. Pero, incluso aquí, en Aragón, ¿omitir la existencia de alguien que está haciendo un trabajo tan fascinante como el que he comentado?
No lo entiendo...
Durante meses he estado esperando y albergando la esperanza de no tener que escribir estas líneas. Buscando en los medios ese eco que esperaba se hiciera realidad, contándonos las bondades de los descubrimientos o al menos insuflando algo de energía positiva a esta situación que nos desborda a muchos. Finalmente se ha impuesto la tónica habitual para este tipo de casos en nuestro país. Y es que no me canso de repetir que tenemos lo que nos merecemos.
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