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miércoles, 18 de diciembre de 2013

NAVIDAD. ARTÍCULO DE MERCEDES NASARRE. DICIEMBRE 2013

N A V I D A D





               La Navidad es una fiesta que se celebra en la cultura cristiana. Hoy día, en la mayor parte de las familias, está vaciada de cualquier contenido religioso.  A pesar de todo, no deja de celebrarse en muchas partes del mundo.

             Todo hecho religioso tiene tres lecturas, una lectura histórica, una lectura mitológica y una lectura psicológica.

             La lectura histórica nos habla de la historicidad de unos sucesos alrededor de los cuales se configura una serie de creencias y símbolos que tienen un carácter de exceso.  Este exceso siempre es signo de algo sagrado, de algo fundante que sólo puede entenderse desde la profundidad.  Por eso su importancia no se halla en la historia que cuenta, sino que debe hacerse también la lectura mitológica.

Mercedes Nasarre presentando su libro "Yo también estaré contigo cuando llores"
en Zaragoza. Le acompañan Plácido Díez y Jesús Marí Alemany.

             En muchas religiones se encuentra el nacimiento virginal de un dios.  Siddharta, el Buda, nació por el costado derecho de su madre para no romper su virginidad.  Una divinidad  había entrado en el cuerpo de ella durante un sueño y se produjo la concepción.

             En el hinduismo, el nacimiento de Krishna también se produjo de una virgen y entre pastores, incluso con amenazas de muerte.

             En las religiones indígenas y en casi todo el mediterráneo, los hijos de los dioses nacían siempre de madres vírgenes.

             Los mitos nos hablan del alma humana.  Cuentan siempre el desarrollo de lo absoluto en el tiempo, como si el mundo fuera solamente una alegoría de algo que está detrás.  Como si lo real fuera la luz antes de atravesar un prisma de cristal.  Las formas nacen y mueren en esa realidad eterna que permanece.

             En Navidad, el sol está en su punto más bajo.  Allí, en esa oscuridad, nace un niño.  La lectura psicológica nos habla del nacimiento de la Luz en lo oscuro, de cómo Dios, que es Amor, puede nacer sólo cuando se ha oscurecido nuestro ego, cuando nuestras máscaras han caído.

             ¿Estamos preparados para albergar el Amor? ¿Estamos suficientemente abiertos y limpios?  ¿Nos hemos enterado  de que en el amor verdadero somos pequeños, pobres y estamos desnudos de importancia?

             El mito de la Navidad es una invitación a un renacimiento, a nacer de nuevo desde lo más pequeño, libre y auténtico de nosotros mismos.  No es algo que puede hacerse con nuestras propias fuerzas, consiste más bien en un despojamiento.  Como dice un santo cristiano : “Dios se hizo hombre para que el hombre se convirtiera en Dios”.  En eso consiste el camino espiritual de cualquier tradición religiosa, en mostrar la capacidad trascendental de nuestra psique y conducirnos  a la plenitud.
              
           

             

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